Si vas a viajar a Roma, recuerda: nada de comer en la calle. El alcalde Gianni Alemanno acaba de sacar adelante una ordenanza municipal que sancionará a quienes coman en las calles del centro histórico de la Ciudad Eterna. La multa puede oscilar entre 25 y 500 euros. Así que se acabó comerse el bocadillo sentados en la escalinata de la Plaza de España o a la sombra del Coliseo.
Con su habitual ironía los italianos ya han bautizado esta nueva norma como la ley anti-panino, que ha sido recibida con escepticismo tanto por los romanos como por el sector turístico de la ciudad.
Suena ridículo pero, como sabrán los que han viajado a la capital italiana o conocen bien la ciudad, aquí las leyes se incumplen de manera sistemática. Un ejemplo: los restaurantes invaden de forma abusiva las calles y las plazas más bellas de Roma, un fenómeno conocido como el de las «mesas salvajes».
Pero Alemanno se ha propuesto acabar con esta anarquía. No le tembló la mano a la hora de expulsar a los centuriones y gladiadores de las inmediaciones del Coliseo, no a los artistas callejeros de la Plaza Navona, así que cuidado.
El objetivo del alcalde es que tanto romanos como turistas respeten las normas más elementales del decoro urbano, aunque es muy posible que detrás de toda esta historia esté también el afán recaudatorio de un ayuntamiento al borde de la quiebra. Igualito que en España.