Roma no es una ciudad particularmente lluviosa: el verano es seco y caluroso, pero en otoño e invierno nos podemos encontrar con un día pasado por agua, y todos sabemos lo irritante que es para un turista no poder disfrutar de su destino a causa de las inclemencias metereológicas. ¿Qué hacer en Roma un día de lluvia? Que nadie se alarme, hay muchas opciones.
La lluvia puede ser un pretexto perfecto para buscar cobijo durante unas horas en alguno de los museos de la capital italiana. Desde luego tenemos mucho y bueno donde elegir: el MAXXI, el Ara Pacis, el Palacio de Exposiciones y Vittoriano, o si el día está muy gris y la lluvia persiste, disfrutar con toda la calma del mundo de los Museos Vaticanos.
Una idea original es acudir al Panteón y comprobar si llueve por dentro. Sí, el famoso oculus de este edificio, en realidad un agujero abierto sobre la cúpula, es particularmente curioso cuando llueve, pues se forma un charco en su interior a pesar de la leyenda que dice que fue construido de tal modo que las corrientes de aire lo impidieran.
Y a pesar de que las lluvia no nos deje sentarnos en las terrazas de las cafeterías romanas, sí podemos disfrutar de su delicioso café o pasear a cubierto por otros lugares de la ciudad como el Mercato Esquilino, lo más parecido a Oriente que vamos a encontrar en la ciudad, entre colores, aromas y mágicos sonidos.
Eso, sí, por muy cubiertas que estén debemos olvidarnos de visitar las Catacumbas. Lo normal es que se inunden cuando caen cuatro gotas. Otra vez será.