La tradición de las estatuas parlantes no es exclusiva de Roma, también las encontramos en Venecia y otras ciudades italianas. No, en realidad no hablan, pero sí cumplían (y todavía hoy cumplen) la misión de dar voz a las protestas y reclamaciones de los vecinos de la ciudad a través de mensajes y cartas que se depositan y cuelgan en ellas.
Las misivas suelen ser feroces críticas contra el poder del estado, de la iglesia y de cualquier miembro prominente de la ciudad. La más famosa de estas estatuas es la del Pasquino, situada en una esquina de la sede central del Banco di Roma, cerca de Plaza Navona. También se la conoce como Il Facchino (el fajín o mozo de carga) se encuentra en las paredes del Banco di Roma y es a su vez una fuente curiosa de ver ya que representa un mozo cargando con un barril.
La estatua del Pasquino, mutilada y bastante deteriorada, es todo cuanto queda de antigua estatua helenística de mármol que representaba a un guerrero y que fue ubicada en el año 1501 en una esquina cerca de la tienda de un zapatero (según otras versiones, un barbero o un herrero) de nombre Pasquino.
Para expresar sus quejas en la inquisidora roma de los papas, este zapatero rebelde escribía críticas en verso que luego colgaba en la estatua, una costumbre que fue imitada por los «indignados» de la época. Era la fórmula perfecta para lanzar mensajes satíricos manteniendo el anonimato.
Aún hoy podemos ver en nuestro viaje a Roma decenas de carteles y mensajes adosados al torso de esta famosa estatua.