Como si quisiera hacerle la competencia a la Torre de Pisa, el Coliseo, el monumento más visitado por los turistas que viajan a Roma, se inclina lentamente cada año. Así lo confirma el Centro Nacional de Investigación (CNR) de Italia. Pero que nadie se alarme: ya se han iniciado las obras de restauración que se prolongarán hasta el año 2016 y que corregirán esta anomalía.
Tampoco deben preocuparse los turistas, que podrán seguir entrando en él, unos cinco millones de visitantes al año, que no serán molestados por los trabajos.
Los técnicos desconocen cuál es la razón de por qué el Anfiteatro Flavio, construido en el siglo I y originalmente con capacidad para 50.000 espectadores, se ha hundido en estos últimos veinte siglos hasta 40 centímetros por el lado sur. Una hipótesis es la de una fractura en la vieja capa de hormigón sobre la que se apoyan los tres pisos del monumento. En todo caso, no existe peligro alguno de derrumbamiento.
Hay quien sostiene que la culpa de esta inclinación la tienen las vibraciones provocadas por el tráfico rodado. Es un asunto en el que las autoridades municipales ya han intervenido, alejando el trazado de las calles de este y otros monumentos de la Ciudad Eterna como el Arco de Constantino o los Foros Imperiales.
Además de los coches, no se descarta que el hundimiento pudiera estar provocado también por una de las líneas de metro de Roma que pasa por debajo del anfiteatro. Parece que las viejas piedras de la Roma Antigua no se llevan bien con la modernidad.