Hay un templo en Roma que recorre todo el registro arqueológico de la ciudad desde los tiempos de los primeros cristianos hasta el final de la Edad Media: es la Basílica de San Clemente, levantada en el siglo I sobre una casa donde se realizaban cultos cristianos de forma clandestina y transformada en basílica por el papa Clemente I.
La vieja mansión del cónsul Tito Flavio Clemente, el primer senador romano que se convirtió al cristianismo, pasó a ser uno de los primeros centros de culto cristiano de la ciudad, aunque también aquí fueron veneradas otras deidades paganas como Mitra, de origen oriental. No fue hasta el año 313, con el Edicto de Milán y el final de las persecuciones, cuando se pudo constituir la basílica de manera oficial.
Si queremos visitar la basílica original tendremos que descender a los sótanos de la actual iglesia, que fue construida sobre la primera en el siglo XII. Su rica decoración interior es asombrosa, con hermosas pinturas murales, elaborados mosaicos y delicadas esculturas. Este lugar floreció en la época altomedieval gracias al mecenazgo de los emperadores bizantinos.
Hay que bajar al subsuelo romano a través de oscuras y húmedas galerías para descubrir estos tesoros. Un verdadero viaje a las entrañas de Roma comparable con el de las Catacumbas.
La basílica superior data del siglo XII y desde el año 1667 es gestionada por los dominicos irlandeses, que encontraron refugio en Roma después de que Inglaterra expulsara al clero de la isla. Se dice que ésta era una de las iglesias favoritas de Juan Pablo II para rezar por su país, por el paralelismo de las dificultades sufridas por los católicos irlandeses y polacos a lo largo de la historia.
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Plano de ubicación
Horario
De lunes a sábado: de 9 a 12:30 y de 15:00 a 18:00 horas. Domingos: de 12:00 a 18:00 horas.
Precio
Entrada gratuita
Direccion
Via Labicana, 95
Como llegar
En Metro: Estación Colosseo, línea B - En Autobús: líneas 85, 87, 117, 186, 810 y 850.