Una de las cosas de las que más disfrutan los turistas que viajan a Roma es del sabor inconfundible del café italiano. En este país hasta el café de los aeropuertos y los hospitales es delicioso y aromático. ¿Cómo lo consiguen? Es difícil averiguarlo y cada romano nos dará una razón diferente o un truco casero distinto.
Mucho mejor que preguntar es simplemente disfrutar saboreándolo en alguna de sus dos variedades más solicitadas: el espresso o el capuccino.
El espresso es el equivalente a nuestro café solo, con la diferencia de que en Roma nos lo servirán muy corto, fuerte y con esa espuma tan característica, y tal vez acompañado de un vasito de agua. Concentrado y sabroso, los italianos lo toman a primera hora de la mañana, de pie en las cafeterías, para empezar el día con un poco de energía, o tranquilamente sentados después de comer.
Hay quien prefiere el Capuccino, que no es más que añadir al espresso un chorrito de leche y espuma de leche, y eventualmente espolvorear canela o chocolate. El capuchino toma su nombre del color del hábito de los monjes capuchino. Un invento italiano que se extendió al resto del mundo a partir de la década de los años 50.
En Roma se tomo solo para desayunar, siempre acompañado de alguna pasta. En alguna cafeterías de la Ciudad Eterna nos lo servirán con bonitos diseños dibujado ssobre la espuma, como por ejemplo manzanas, corazones, hojas y rosas.
Así que ya sabes, si eres cafetero, en Roma está el mejor café del mundo. Solo tienes que elegir cómo disfrutarlo: espresso o capuccino.