Aunque la palabra gueto suele tener connotaciones negativas, la verdad es que el Ghetto judío de Roma ofrece al turista un paseo agradable y relajante entre el Trastevere y la Plaza Venecia.
La comunidad hebrea romana fue confinada aquí en el año 1555 por orden del Papa Pablo IV Carafa. De hecho es el Ghetto de Roma el que da nombre a todos los guetos judíos del mundo. La palabra ghetto, que procede de Venecia, designaba una parte de la ciudad de los canales poblada por los hebreos y caracterizada por la presencia de una fundición de hierro llamada en dialecto geto o ghèto.
Se levantó así una muralla con cinco puertas que así asilaban la zona entera del resto de la ciudad. En sus épocas de mayor esplendor, la comunidad judía (considerados como ciudadanos de segunda) llegó a estar formada por 5.000 personas, respetando siempre las estrictas reglas impuestas por el Vaticano. En 1904 quedó inaugurada la Sinagoga más grande de Italia en cuyo interior se encuentra el Museo Ebraico de Roma.
Es sabido que durante la dictadura de Mussolini y la II Guerra Mundial casi todos los judíos romanos fueron deportadosa los campos de concentración nazis. Muy pocos sobrevivieron. Por eso buena parte del Ghetto ha desaparecido hoy, aunque la esencia del barrio sigue viva.
Para comprobarlo, basta con caminar unos pasos desde la ruidosa y ajetreada Plaza Venecia para perderse en un laberinto de callejuelas envueltas en un silencio absoluto y descubrir casas medievales, fuentes renacentistas, así como algunas tiendas tradicionales judías y restaurantes kosher. Sin duda el Ghetto de Roma ofrece un paseo diferente por la ciudad, pero absolutamente encantador.