En la orilla derecha del Tíber cerca de Fiumicino, visto desde el cielo, se adivina la peculiar forma hexagonal del Lago de Trajano, una obra de gran importancia histórica que se está convirtiendo en un punto de parada importante para todas las aves acuáticas migratorias durante los largos vuelos transatlánticos entre Norte de Europa y el área mediterránea.
Este oasis natural se puede recorrer solo con una visita guiada, un paseo que se realiza a pie o a caballo y que suele incluir un curioso desayuno rodeado de cigüeñas. Un espacio para la aventura a solo dos pasos de Roma.
Pero además de la zona verde hay que destacar la importancia histórica de este lugar. Aquí abundan las ruinas de la época romana, aunque no sin motivo. Y es que este lago, hoy lejos de la línea de costa, fue en su día un puerto comercial concebido para descongestionar el tráfico marítimo de la ciudad de Ostia. Un muelle construido por el emperador romano Trajano en el siglo IId.C.
El llamado «Oasi di Porto» se encuentra en el término municipal de Fiumicino, muy cerca del aeropuerto internacional Leonardo da Vinci, al final de la Via Portuense.
Si viajas en coche, basta con seguir las indicaciones de las señales azules que indican la dirección Ostia-Fiumicino y, antes de entrar en el aeropuerto, tomar el desvío señalado como Via Portuense dirección Roma. Es un poco confuso, por eso es mejor, por si acaso, mejor acudir a la ayuda del GPS.
El Lago de Trajano está abierto al público los sábados y domingos 10.00 a 16.00 horas, aunque hay que reservar antes, ya que no se suelen admitir muchas visitas de forma simultánea (para no molestar a las aves que allí anidan) y porque es un lugar muy didáctico donde se realizan muchas visitas escolares.