La Via Ostiense discurre hacia el mar de forma paralela al curso del río Tíber. En su tramo final, ya muy cerca de Lido y sus playas, se encuentra el Pinar de Procoio, uno de los lugares más interesantes y poco conocidos que podemos encontrar a las afueras de Roma.
En este bosque encontrarás sitios arqueológicos que parecen esconderse entre altos árboles y verdes colinas. Un paraje rural rodeado de granjas, apacible y sugerente. Resulta difícil creer que estamos tan cerca de la agitada y bulliciosa Roma.
Y es que estamos en la Reserva Natural de la Costa Romana salpicado por viejas granjas (llamados procoi, de las que este lugar toma su nombre) que llevan cultivando esta tierra desde tiempos antiguos.
La extensión de esta gran zona verde alcanza las 350 hectáreas, de las cuales 200 de ellas están ocupadas por un frondoso bosque de pinos y matorral mediterráneo. El resto es tierra cultivada que llega a la zona e Pianabella por el norte y se funde al sur con el Parque Natural de Pineta di Castel Fusano. Un viejo camino cruza el parque, son los vestigios de la antigua Via Severiana, la carretera de costa que durante la época romana unía el puerto de Claudio con el de Trajano para llegar a la ciudad de Terracina. También encontramos en el Pinar de Procoio restos de varias villas romanas de finales del siglo I después de Cristo .
El Pinar de Procoio posee las características naturales típicas de la vegetación mediterránea, la misma que encontramos en el parque de Castel Fusano y en la finca de Castelporziano, sin embargo, tiene otras cosas que lo distinguen y hacen de él un lugar único: el peso de la historia en cada uno de sus rincones. Una excursión magnífica.