Todos los caminos conducen a Roma, ya sean por tierra, aire o mar. Aunque la mayor parte de los viajeros que ponen rumbo a la Ciudad Eterna llegan a ella aterrizando en Fiumicino o Ciampino, muchos otros lo hacen a través del puerto de Civitavecchia, desembarcando en una escala de un solo día en su crucero por el Mediterráneo.
Pero también se puede viajar a Roma en barco, desde el puerto de Barcelona, llevando con nosotros nuestro propio vehículo (aunque esto es desaconsejable si nuestro objetivo es circular por el infernal tráfico romano) o bien solo utilizando el camarote. La empresa que realiza esta ruta es la naviera italiana Grimaldi.
El trayecto dura cerca de 18 horas pero no hay que preocuparse porque a bordo uno ni se marea (se trata de barcos muy modernos y estables) ni se aburre, pues cuenta con propuestas de ocio y relax dignas de los mejores cruceros, aunque en versión más reducida: spa, gimnasio, casino, restaurante, piscina, bar, etc. También ofrece amplios y cómodos camarotes.
La compañía ofrece también otros trayectos desde la Ciudad Condal que conectan España e Italia, desembarcando en Génova o Livorno, puertos ideales para lanzarse a explorar la Toscana y otras regiones fabulosas de la geografía italiana. También son muchos los italianos que usan este ferry para disfrutar de un viaje a Barcelona.
Y ya sabes que una vez desembarcados en Civitavecchia la capital italiana queda a dos pasos. Toda la majestuosidad, belleza y misterio de Roma a tu alcance. Apunta esta idea para tu próximo viaje a Roma, una forma diferente y, por qué no decirlo, relejante y divertida.