Situada en el límite entre la Toscana y el Lacio, a poco más de una hora en coche desde Roma, Viterbo es una excursión perfecta fuera de la ciudad en tu viaje a la capital italiana.
Rodeada de colinas y hayedos, Viterbo es una ciudad antiquísima cuyos orígenes se remontan a los etruscos. Su paz y serenidad suponen un verdadero contraste con el caso, el ruido y las prisas de Roma. Y el paseo por la ciudad está lleno de agradables sorpresas.
Empezamos por la céntrica Plaza de San Lorenzo, donde se encuentra la Catedral gótica construida en el siglo XII y el Palacio de los Papas, que fue residencia pontificia a partir del año 1255. En este edificio se celebró el cónclave más largo y disputado de la historia. A cinco minutos de allí encontramos la Plaza del Plebiscito con el Palacio dei Priori, considerado el centro histórico, social e institucional de la ciudad.
Fuera de Viterbo vale la pena visitar las ruinas etruscas de Tuscanica o pasear por las orillas del cercano lago de Bolsena. También hay una serie de pequeñas aldeas minúsculas y encantadoras, además de los espectaculares e inquietantes jardines de Bomarzo, habitados por todo tipo de monstruos de piedra.
Pero no te vayas de Viterbo sin probar los platos típicos de su cocina, una de las más prestigiosas y elogiadas del centro de Italia. Algunas delicias que no debes dejar de degustar son la Aquacotta, una sopa de verduras y pan, y la Pignataccia, un fabuloso estofado de carne de buey que se prepara en cazuela de barro. Todo ello, claro está, acompañado de vinos toscanos y del Lacio.