En la Antigüedad se trataba de uno de los lugares más sagrados de Roma, hoy es todavía uno de los rincones más especiales de Roma y ciertamente poco conocido, incluso para los propios romanos: la Isla Tiberina.
Sus orígenes sacros se deben a que durante siglos esta isla que emerge entre las aguas del río Tíber a su paso por la capital italiana albergó el Templo de Esculapio, el dios griego de la medicina.
Pero la leyenda más sugerente es la que cuenta cómo se formó esta isla. La tradición romana explicaba que cuando se instauró la República, los ciudadanos arrojaron al río el cuerpo sin vida del detestado rey Tarquinio el Soberbio. En el lugar donde él cayó se formó la isla. Tal vez por eso es un lugar considerado maldito, habitado por malos espíritus y usado como prisión hasta la construcción del templo.
La extensión de la isla no es demasiado grande, apenas 270 metros de largo por 70 en su tramo más ancho. Del templo, que los antiguos romanos construyeron en el siglo III a.C. para pedir ayuda a la divinidad en contra de una terrible epidemia de peste que asolaba la ciudad, solo quedan algunos restos. En la época medieval se usó como ciudadela defensiva y hoy alberga el Hospital de San Juan de Dios, construido en el año 1900.
Puedes llegar a la Isla Tiberina a través de dos puentes: el Puente Travertino y el Puente Cestio. Será sin duda una visita interesante y original en tu viaje a Roma.