El 6 de enero es siempre el último día de las vacaciones de Navidad, también en Roma. Los niños se preparan para volver al cole y los adultos para empezar su dieta, pero antes del regreso a la rutina queda una última celebración: la Befana.
Si en España tenemos a los Reyes Magos, los italianos tienen a esta bruja burlona llamada Befana, cuyo nombre deriva de la palabra epifanía. Se celebra en toda Italia, aunque se la considera una tradición eminentemente romana. Su leyenda es la siguiente:
Cuando los Reyes Magos iban camino de Belén para llevar sus presentes al Niño Jesús se perdieron. Para volver a hallar el camino, pidieron ayuda a una anciana que encontraron en su ruta. La anciana (la Befana) le sindicó la dirección correcta pero rehusó la invitación de acompañarles.
Más tarde, arrepentida por haber perdido la ocasión de ver al Niño Jesús, la Befana cogió dulces y caramelos y se lanzó a la búsqueda del niño, entregando golosinas a todos los niños que encontró a su paso. Desde entonces vagaría por el mundo haciendo regalos a todos los niños.
El 6 de enero la Befana en Roma hace su aparición en el tradicional mercado de Navidad de la Plaza Navona, que será desmantelado al día siguiente, donde repare caramelos a los más pequeños, acompañada de música, malabaristas y acróbatas.
La noche anterior es costumbre que los niños dejen junto a la ventana de las casas una naranja y un vaso de vino para la Befana. SI no lo hacen, corren el riesgo de que la bruja cambie sus caramelos por negro y sucio carbón.