Ya conocemos el mito fundacional de Roma: los gemelos Rómulo y Remo, arrojados al Tíber de recién nacidos y condenados por tanto a morir, y la intervención providencial de la Luperca, la loba que les amamantó. Sin ella, la ciudad de Roma jamás habría existido.
En los Museos Capitolinos de la capital italiana se conserva la famosa escultura, uno de los símbolos universales de la ciudad. Siempre se creyó que se trataba de una obra muy antigua, de la época etrusca, y que los niños que maman de sus pechos habían sido incorporados con posterioridad. Pues bien, las últimas investigaciones nos obligan a rectificar nuestros esquemas, porque aseguran que fue elaborada entre los siglos XI y XII, en plena Edad Media. De repente, la Luperca ha rejuvenecido nada menos que 17 siglos.
La escultura original de bronce y apenas 75 cm. de altura, se halla conservada en los Museos Capitolinos aunque existe una copia en situada en el exterior del museo, junto al Ayuntamiento de la ciudad y cerca del la Plaza del Campidoglio. Una de la spostales más buscadas por los turistas.
Aun así, los estudiosos insisten en que se trata de la copia medieval de un original etrusco, aferrándose al origen antiguo de este importante símbolo. La datación actual se ha logrado gracias a avanzadas técnicas como la espectometría de masa, cuyos resultados se consideran fiables en más de un 95%. Habrá que empezar a mirar a la loba con otros ojos a partir de ahora. Al fin y al cabo, no es tan vieja como creíamos.