Bajo el título de «Los Colores de la Biodiversidad», la localidad de Castel Gandolfo, lugar del descanso estival del Papa, se celebra estos días un festival dedicado a mostrar los tesoros culturales, pisajísticos y gastronómicos de la región de los Castelli Romani, el cinturón de fortalezas medievales del Lazio que abraza la ciudad de Roma.
Uno de los actos más destacados tiene lugar tradicionalmente el domingo, cuando los apicultores de la zona dedican la primera cosecha de miel, el oro de las abejas, a Su Santidad el Papa. En realidad, la miel y la cera se producen en una explotación agrícola propiedad del Vaticano, ya que se ubica en las granjas ubicadas en las Villas Pontificias junto al Lago Albano.
Eso sí, la miel del Papa se produce en una granja ecológica ejemplar que genera diariamente entre 500 y 600 litros de leche de vaca y 200 huevos. También, según la temporada, nacen en estas tierras cerezas, higos, kiwis y los famosos melocotones de Castel Gandolfo, además de un aceite de excelente calidad. Todos estos productos frescos llegan todos los días la mesa del Papa
Es el compromiso ecológico del Papa Benedicto XVI, elogiado por los ecologistas italianos (siendo ésta casi exclusivamente el punto en el que coinciden sus ideas). El Vaticano se ha pronunciado con regularidad a favor de la defensa del Medio Ambiente.
Recordemos que Castel Gandolfo se encuentra dentro del territorio nacional italiano, aunque las edificaciones papales están bajo la soberanía del Vaticano, como se dispuso en el Tratado de Letrán de 1929, firmado entre el entonces primer ministro italiano Benito Mussolini y la Santa Sede.
Este palacio papal y sus terrenos, que albergan amplios hjardines y la famosa granja ecológica, estuvieron deshabitadas desde 1870 hasta 1929, desde la unificación de Italia hasta la firma de dicho tratado.