Siendo el Vaticano el epicentro mundial del catolicismo, ¿cómo no va a ser Roma un destino capital para Navidad? En esta ocasión vamos a centrar nuestras miradas en el pequeño estado, donde se viven y celebran estas fechas de un modo muy especial, una experiencia abierta a viajeros y visitantes de todo el mundo.
Los actos oficiales de la Santa Sede se inician con el encendido del gran Árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro, una emotiva ceremonia que dura poco más de una hora y que concita la atención de turistas y romanos por igual. El abeto en cuestión tiene una altura de 25 metros y proviene de la localidad de Waldmünchen, en Baviera, la región más católica de Alemania.
El árbol, que adornará el Vaticano durante todo este tiempo navideño, está decorado e iluminado por las maestranzas de la Gobernación y del personal del Vaticano. Este año, el Papa Francisco agradeció el regalo en un discurso ante la delegación de Baviera, señalando que «el árbol simboliza la luz divina que disipa las tinieblas del error y del pecado».
Además del árbol, junto al obelisco de la plaza de San Pedro volverá a situarse este año el belén, regalo esta Navidad del cardenal italiano Crescenzio Sepe y realizado por Antonio Di Tuoro, que desde hace varios años se ocupa de la preparación de los pesebres para la Diócesis de Nápoles.
Cunado terminen las fiestas, el abeto será utilizado para la fabricación de juguetes y objetos de uso cotidiano que serán repartidos entre los necesitados a través de las redes solidarias de distribución del Vaticano.