Si hablamos de las entrañas subterráneas de Roma es inevitable pensar en las catacumbas, uno de esos lugares que no podemos perdernos en nuestro viaje a la capital italiana, pero no el único.
Uno de los lugares que podemos conocer bajo el subsuelo romano es la basílica de San Clemente, en pleno centro de Roma, muy cerca del Coliseo y de la Basílica de San Juan de Letrán. Unas estrechas escaleras de piedra nos conducen a niveles inferiores de otras épocas que a menudo se inundan.
Por otra parte, las Grutas Vaticanas se encuentran bajo la Basílica de San Pedro. Allí está la famosa pared roja, tras la cual el apóstol Pedro fue sepultado. Esta cavidad subterránea fue descubierta en los años 40 del siglo XX. También hay galerías subterráneas bajo la Domus Aurea del Emperador Neron. Precisamente de ellas deriva la palabra «grotesco» (en italiano grottesche, es decir, «de las grutas»), por sus muros decorados con extrañas representaciones deformadas de plantas y animales.
También bajo tierra está la Cárcel Mamertina, la prisión más antigua cárcel de Roma, construida en el VI siglo a.C., el Museo Barracco, el Teatro de Pompeo y el Mitreo de la iglesia de San Esteban Redondo, con su particular forma redonda y que estaba consagrado al culto de Mitra, una divinidad de origen oriental que se extendió por el Imperio durante el Bajo Imperio. Por último hay que mencionar la Cripta Balbi y sus fantásticos frescos.
Como ves, la Roma subterránea es mucho más grande que las catacumbas. ¿Te animas a descubrirla?