Via del Corso, la principal arteria comercial de Roma, sufre en sus propias carnes los rigores de la crisis económica. Meca del shopping en la capital italiana, sinónimo de glamour y elegancia, sus boutiques y comercios siguen abiertos y la calle, abarrotada de turistas. Pero pocos son los que gastan aquí el dinero este verano.
Y es que, pese al flujo constante de turistas, las ventas han bajado esta temporada de forma drástica. Las rebajas no mejoraron la situación y muchos de estos comercios se están planteando, por primera vez en décadas, la posibilidad de echar el cierre.
Eso es algo que ya ha sucedido en otras tradicionales áreas comerciales de Roma, como en la elegante Via Campo Marzio, ubicada detrás del Parlamento, célebre por contar entre sus mejores clientes a senadores y diputados italianos. Allí, el cierre de tiendas históricas se ha multiplicado.
En Via del Corso ya se han producido algunas bajas sonadas, como las de la histórica confitería Conti o la exclusiva zapatería Nando er Cazolaio.
El diario La Repubblica lo ilustraba hace unos días en sus páginas con un titular descriptivo y demoledor: «Los comerciantes romanos están en duelo», con fotos de los escaparates vacíos de tiendas centenarias que se despedían de sus clientes con carteles tan desgarradores como este: «80 años, tres generaciones, la historia se acabó. Gracias a los miles de clientes que creyeron en nosotros».
La crisis, por desgracia, está cambiando el espacio urbano romano, castigando duramente a los comercios tradicionales, caros, exclusivos y deslumbrantes que dan un carácter muy especial a calles como Via del Corso y otras. Una situación que parece no tener solución a corto plazo.