Es sabido que Roma es una de las ciudades del mundo en la que habitan más gatos. El censo aproximado de estos pequeños felinos urbanos está en unos 300.000 individuos, la mitad de ellos callejeros. Su fama es tal que los gatos comunes de todo el mundo, grises con rayas negras, reciben el nombre de «gatos romanos».
Los romanos no solo toleran sino que aman a sus gatos, y el mejor ejemplo de ello está en Torre Argentina, una vieja zona sagrada de la Roma imperial convertida hoy en el mayor santuario gatuno de Italia. Fue aquí donde César fue apuñalado por Brutus hace dos mil años, o sea que es un espacio histórico a la altura del mismísimo Foro. Hoy es el hogar de unos 300 felinos que con permiso de las autoridades, viven tranquilos.
La Associazione Colonia Felina Torre Argentina fue fundada en 1994 por dos mujeres italianas amantes de los gatos, Lia Dequel y Silvia Viviani. Con su esfuerzo y no pocas aportaciones económicas de otros amantes de los gatos, estos animales cuentan hoy con una enfermería gatuna y numerosos espacios de recreo y descanso.
Con un alto grado de organización, la asociación tiene normas y estatutos que se basan en tres ideas fundamentales: la política de no eutanasia a los gatos de la colonia (salvo casos excepcionales), esterilización obligatoria de machos y hembras para evitar explosiones demográficas incontroladas y sus consecuencias en forma de abandonos y maltratos, y la tercera: todos los gatos son «adoptables». Nos los podemos llevar a casa, aunque la asociación supervisará a los adoptantes.
Torre Argentina se encuentra en Corso Vittorio Emanuelle II, cerca del Panteón.