Aunque no suele aparecer en las guías turísticas habituales de Roma, el suburbio obrero de San Lorenzo tiene mucho que ofrecer al viajero curioso, sobre todo en los últimos años en los que se ha convertido en uno de los barrios más vibrantes y vivos de la capital italiana.
Se ubica al este del centro histórico de la ciudad, con sus límites bien marcados por un lado por la estación Termini y los restos de la Muralla Aureliana, y por la Universidad de La Sapienza por otro.
Pasear por las calles empedradas de San Lorenzo durante el día es como estar en un pequeño pueblo rural, un mundo lejos del ajetreo y el bullicio del centro de Roma. Especialmente recomendable es detenerse en la plaza principal de la Via dei Volsci por la mañana y perderse en el ajetreo del mercado diario, lleno de puestos de frutas y verduras, ropa y utensilios de cocina. Simplemente encantador. Y auténtico.
El barrio, hace unas décadas etiquetado de conflictivo y poco recomendable, vive hoy su propio renacimiento. En la década de los 60 San Lorenzo fue la sede de los movimientos de protesta estudiantil y hoy en día todavía se considera un punto de encuentro para activistas de izquierda, así como artistas y, en particular, los directores de cine.
Pero ahora el ambiente es mucho más tranquilo: los alquileres se han vuelto bastante caros y han empezado a proliferar algunos hoteles y restaurantes de cierto renombre. Por la noche San Lorenzo se convierte en un gran área peatonal por lo que se puede pasear por las calles sin temor a ser atropellados.